Memorias de una madame americana de Nell Kimball – Apuntes Breves

Posted by Raul Barral Tamayo en lunes, 17 de May, 2010

Memorias de una madame americana es la narración de la vida de Nell Kimball, primero como prostituta de uno de los más lujosos burdeles de Saint Louis, y después como propietaria y administradora de otras casas igualmente suntuosas. En ambos casos ejerció su profesión con gran dedicación y maestría, en especial en su papel de madame ya que, en sus propias palabras: «El negocio del sexo es tan complicado como dirigir la U.S. Steel». El lector encontrará también una mirada sobre Estados Unidos de fines del siglo XIX y principios del XX, que sorprende por lo aguda e intuitiva. La autora conoció el lado íntimo y a menudo oscuro de importantes políticos y hombres de negocios, y los verdaderos acuerdos económicos, políticos y judiciales que permitían sostener la apariencia respetable del entramado social de su tiempo.

«La filosofía del burdel es un libro que Nell Kimball hubiera podido escribir con excelentes resultados, pero que no escribió, quizá por discreción, pues prefirió profundizar los restos de su experiencia en la forma más accesible de estas Memorias, que dan ya una noción precisa de esa filosofía; el burdel aparece como un mundo cerrado y a su modo completo, en el que sólo el sexo tiene el lugar de honor, un lecho suntuoso, y a su alrededor encontramos, ecuánimemente distribuidos sobre varios poufs, también a los otros Vicios, en coloquio no siempre hostil con algunas Virtudes. El sexo del que nos habla Kimball no es, en todo caso, la «pura fantasía» de las novelas pornográficas o aquella, equivalente, de las novelas prudes y sentimentales: es una realidad concreta, profundamente conocida, experimentada y comprendida, contada sin esconder nada, con detallismo profesional, y además observado con ese sentido de la distancia que sólo tienen los grandes narradores.»

Roberto Calasso, Cien cartas a un desconocido.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Nell Kimball nació en una pequeña granja de Illinois. en 1845 y murió en Florida en 1934. Stephen Longstreet recibió el manuscrito de estas memorias en 1932, pero no fue publicado hasta casi cuarenta años después.
  • Aunque la mayoría de los editores pensaba que se trataba de un documento extraordinario, escrito con la habilidad de una narradora nata que tenía una vida interesante que contar, la franqueza en su manera de expresarse y la crudeza del lenguaje podían provocar que se iniciara una acción legal contra su publicación.
  • Con una educación limitada, en su mayor parte autodidacta, fue una escritora notable, capaz de retratar claramente su época. Una sociedad cuya hipocresía, miedos y conformismo pudo reconocer.
  • Siempre me he preguntado por qué sucedió todo de esa forma.
  • Si alguna vez llegué a tener remordimientos, nunca tuve arrepentimientos.
  • No todos los hombres que van a un burdel son fanáticos del coño. A menudo se trata de hombres solos en busca de contacto humano, aun cuando tiene que pagar por él.
  • Nunca compartí la idea de que las putas tienen un corazón de oro y nunca rechacé a una chica porque fuera nerviosa y voluble, lo que después llamaron neurótica. A veces eran las mejores putas.
  • Las chicas que se vuelven libertinas entre ellas no satisfacen a los puteros porque están demasiado ocupadas en sí mismas.
  • Era estricta, pero no sentía placer alguno en hacerles la vida miserable, como alguna que otra madame hacía.
  • Castigaba a las chicas con multas, y si se ponían peleonas o fuera de control, le pedía a Harry que les diera una paliza, pero sin dejarles marcas. Seto puede sonar ruin y cruel, supongo, pero a menudo se trataba de chicas salvajes, un poco idas de la cabeza, que podían hacer daño si se pasaban de la raya.
  • El huésped siempre debe estar protegido de cualquier cosa que pueda causar una pelea y exponerlo al escándalo.
  • Es sorprendente cuánta tranquilidad necesita un hombre, después de cierta edad, para follar como es debido.
  • No hay nada más bajo que un proxeneta, a menos que sea uno alguno de los políticos que conocí.
  • Las prostitutas son ruines pero sentimentales.
  • Nunca conocí a ninguna puta que pudiera ahorrar dinero.
  • Uno de los problemas de las putas es el extreñimiento.
  • Cada una tenía un día libre y las putas católicas normalmente eran muy devotas e iban a misa.
  • No permitía que los chulos estuvieran en la casa, pero una vez al mes podían venir a cenar un domingo para follar con su chica.
  • Los verdaderos clientes no empezaban a llegar hasta después de cenar, cerca de las diez.
  • En una buena noche, el lugar tendría hacia la medianoche de doce a veinta hombres en ambos salones.
  • Dejar que se follen a la servidumbre nunca es bueno para una casa.
  • A menudo los viejos querían estar de nuevo con una colegiala.
  • Un viejo cliente y sus invitados eran bienvenidos y cualquier boxeador (blanco) de paso, actor, senador o juez.
  • No me interesaban mucho los clientes que venían de la calle y en épocas buenas los evitaba. Un poco menos de ingresos, un poco más de comodidad.
  • No me gustaban las chicas vulgares o atrevidas. Pero siempre mantenía cerca a una chica con iniciativa, una que trabajara con los puteros tímidos o con los adolescentes que todavía se hacían pajas, que venían de la universidad a desvirgarse.
  • Una casa de la que se decía que era un lugar donde la timidez y la impotencia no podían tratarse perdía a una buena parte de su clientela especial.
  • Un cliente que ya había vaciado el saco podía hacerse el longui para pagar o pedirme que se lo pusiera en su cuenta. Siempre les decía: «Las casas de citas no tienen secciones de contabilidad». El secreto está en sonreir pero ser firme, y atrancar la puerta de salida, con gracia.
  • El negocio del sexo es tan complicado como dirigir la U.S. Steel.
  • Al principio dirigí una casa de lujo de veinte dólares con putas hermosas y limpias. De ahí, los precios bajaban hasta los burdeles de quince centavos para negros.
  • Nunca se mostró realmente en libros u obras de teatro o películas una casa de citas, sólo ideas que los hombres se hacen de éstas, la idea que el cliente medio tiene sobre personas de las que no sabe una mierda.
  • Tía Letty, que había sido puta: «Toda chica está sentada sobre su fortuna, si al menos lo supiera».
  • En una granja a uno le llegan las obscenidades a raudales. No creo que ningún niño o niña de granja creciera inocente como probablemente lo hacía un niño de la ciudad.
  • Absolutamente en ningún momento creí en el fuego del infierno y tampoco estaba muy de acuerdo con el paraíso.
  • Llegaba la primavera y todo el corral se llenaba de lujuria y de animales mordisqueándose y persiguiéndose, y el celo y el apareamiento estaban por todas partes.
  • Siempre me río cuando alguien habla de lo pura que es la vida en el campo y de la inocencia de vivir en una granja.
  • Lo que me hacía diferente de esos palurdos ordinarios era la idea de que del otro lado de la colina y más allá de los graneros sin pintar había otro mundo.
  • Me llevó mucho tiempo superar las reglas demasiado simples y la gente con la mente cochambrosa que piensa que cualquier placer del cuerpo es sucio.
  • Lo peor de todo en la granja era sentirme tan condenamente ignorante, no tener palabras ni ideas para explicarme a mí misma. Alrededor de mí a la gente parecía no importarle, no querían nada más que comer y dormir y fornicar.
  • Pequeño Casino (gonorrea) y Gran Casino (sífilis).
  • Mi padre era católico y todos los demás eran para él simplemente unos protestantes hijos de puta.
  • Conforme envejezco y conozco mi vida, a veces me pregunto qué habría sido de mí si hubiera tenido una educación y si cuando era joven hubiera tenido algo de información de los libros sobre el mundo y sus formas, si hubiera aprendido modales, ideas, un poco de cultura.
  • Cuando a los diez años vi morrir a alguien en agonía, no pude creer en la esperanza o misericordia de la religión.
  • Tía Letty: «Arruinar el placer es la satisfacción que un montón de gente saca de la vida».
  • Nunca vi tanto consumo de alcohol como el que había en las granjas de nuestra región.
  • No era sofisticada, así que no cometí el error que tantas chicas cometen y llaman amor.
  • Mi verdadera educación llegó cuando fui puta y madame, al hablar con los huéspedes educados, pues muchos hombres van a una casa de citas sólo para beber y charlar.
  • Siempre he seguido mis instintos, y aunque unas cuantas veces eso me ha causado problemas, normalmente he acertado, como la lluvia en primavera.
  • Podía oler el talco, la cera para muebles, el humo rancio de puro y el whiskey derramado. Por mucho que airees o limpies el salón de un prostíbulo ese olor se queda. Y siempre el olor a mujeres.
  • La mayoría de las putas son pésimas mentirosas acerca de cómo se volvieron putas. Cuentan historias estúpidas y tristes para impresionar al cliente.
  • Mientras que los seguidores de la fe son hipócritas en su mayoría, la verdadera cristiandad tuvo mucho de bueno antes de que se organizar en grupos especiales.
  • Nunca creí en el pecado del sexo. También descubrí que no creía en los pecadores.
  • Si tuviera que decir lo que es un buen prostíbulo, diría que es un corral, con gente que husmea y da vueltas y se reúne y toquetea y se corre.
  • Creo que follar termina en un pequeño, rápido y fugaz momento de muerte. Los animales de corral lo saben.
  • Lo más importante es establecer adecuadamente la protección de la policía de la ciudad. Los funcionarios de la ciudad y la policía tienen que garantizar que, a cambio del soborno que se les da, no se hostigue ni se allane la casa.
  • Por lo general el nombre de los burdeles era el de su madame.
  • Las palabras degenerado o perverso no tienen significado en el juego sexual entre un hombre y una mujer.
  • El hombre, bruto e inepto, no es, en cuanto a su conducta con las mujeres, ni más ni menos degenerado o perverso que un perro, un gato, un ganso o un toro. La manera de olfatear, lamer, mordisquear, montar, hacer bailes libidinosos, es más o menos la que vas a encontrar en un corral.
  • Si todos nos escandalizáramos menos con las palabras, seríamos más sanos.
  • Lamerse y hacer mamadas son parte del juego natural del sexo y pueden verse todos los días entre las mascostas de la casa.
  • Puig explicaba que cien años atrás ninguna mujer usaba bragas. Sólo las putas se las ponían y hubo un escándalo enorme cuando las mujeres empezaron a imitar a las meretrices poniéndose bragas, que eran cómodas y las mantenían calientes.
  • Aquella fue mi primera experiencia directa de cómo la policía, los tribunales y los prostíbulos con protección sólida trabajaban juntos.
  • En la vida de cada persona una manera de evitar que el tedio de la existencia se convirtiera en total desesperación y aburrimiento era hablar de pequeñeces como si se tratara de grandes asuntos.
  • La vida en un prostíbulo es tan tediosa como en cualquier otra parte.
  • Las putas son personas normales y corrientes que hacen un trabajo del que la sociedad preferiría no enterarse.
  • Vi a tiempo que la Iglesia, la política, los negocios, el matrimonio, existían bajo reglas no muy diferentes de las que teníamos en el burdel. En ambos lados se recurría al soborno, la deshonestidad, las mentiras, la corrupción en lugares altos, la malversación de impuestos. El prostíbulo era más honorable cuando daba su palabra sólo porque tenía que serlo. Por todas partes era como estar en la granja otra vez.
  • Zig: «Si no alteras el tejido de la sociedad, puedes salir impune de cualquier cosa, excepto del asesinato. Y tal vez hasta de eso si tienes los contactos adecuados».
  • El pasado siempre tiene un culo más sonrosado.
  • Nos mentíamos unas a las otras sobre el futuro y a nosotras mismas también. Algún día algún hombre fuerte, rico y con clase se presentaría y nos sacaría del prostíbulo.
  • Una puta, siempre lo sentí, es en cierta manera una esposa superior. Al menos en esa parte de la vida que es la más íntima. Tiene un entorno dramático, no es un hábito aburrido de casa. Sabe potenciar el ego de un hombre.
  • La mayor parte del tiempo no sentíamos nada. Eso no significa que no hubiera veces con un putero favorito en las que nos dejáramos llevar.
  • Una buena puta no idea a los hombres, aunque la leyenda diga que sí. A decir verdad, como puta realmente sientes que tienes algo que ofrecerle a un hombre y te enorgulleces por ser muy buena en eso. Si no, una chica no pertenece a una casa de primera clase.
  • El sexo para la mayoría de los hombres es una fantasía. Cuando un hombre va con una puta, está lleno de esperanza de que algo de esta fantasía se convirtiera en realidad. No es así. No se puede.
  • Cuando uno habla del sexo romántico, lo está confundiendo con el amor.
  • El verdadero comienzo de la historia de las luces rojas se remonta a los primeros días del ferrocarril en Kansas City donde los trenes de mercancías se detenían en los depósitos de trenes toda la noche. Los guardafrenos, que llevaban faroles rojas para hacer señas, solían visitar a menudo los prostíbulos cerca del depósito de trenes de Kaycee, y colgaban sus faroles fuera de la casa que elegían.
  • Los primeros síntomas del deterioro de una buena puta; pensar qué diablos sería de mi futuro y si podría seguir así para siempre. Ese tipo de pensamiento ha echado a perder a más putas que el whisky, las drogas, los proxenetas o la sífilis.
  • Me imaginaba que había tres formas para que una puta de éxito pudiera irse. Puede casarse. Salir como la mantenida de un hombre bastante rico que la quería en privado y toda para él. Y convertirse en una madame de una buena casa.
  • Una gran desventaja era el aislamiento. Tu única compañía eran otras putas o una o dos actrices.
  • En el hombre medio es entre los cuarenta y cinco y los sesenta años cuando empieza a darse la preocupación por su potencia, su virilidad, su poder de resistencia.
  • Una puta que piensa es a menudo una puta triste.
  • Todo el mundo tiene ideas sobre las putas, pero ninguna imagen real de ellas.
  • Las putas necesitan entenderse a sí mismas más que la mayoría porque en la mayoría de los casos sí se sienten más o menos desgraciadas.
  • Me di cuenta que la sociedad, la aristocracia, no era diferente de nosotros ni de los pobres diablos de la clase media o baja. Tenía los mismos deseos, las mismas locuras, las mismas desgracias, la misma codicia, sólo que en su nivel.
  • A las mujeres les gusta que los hombres las dominen, bajo todo su orgullo.
  • La gente que fracasa en el sexo a menudo fracasa en todo lo demás, a menos que se reemplace el sexo por una búsqueda de poder.
  • La conexión más cercana que un prostíbulo puede tener con el crimen es ese viejo sermón, ese fantasma, la «trata de blancas».
  • La mayoría de las mujeres y chicas americanas se convierten en putas por su propia voluntad, y muchas buscan el trabajo y son rechazadas por varias razones.
  • Las mejores casas de citas en Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX y los primeros veinte años del XX reclutaban en su mayor parte a voluntarias, chicas recomendadas, mercancía de calidad, para hablar sin rodeos. Eetaban ahí por su propia voluntad y trabajaban cuando querían y se iban cuando querían. Por suspuesto, muchas se endeudaban, mantenían a un vividor, se enganchaban con un proxeneta y sus actos ya no eran completamente libres.
  • La chica brutalmente tratada, golpeada, violada, es parte de un mito, excepto en los barrios chinos. A menudo las putas eran verdaderas artistas del engaño y contaban grandes mentiras.
  • El crimen no podría existir sin alguna forma de protección, incluso de control, desde arriba.
  • Nunca confundí el amor con el follar, pero también sabía que una buena parte del amor tenía que ver con el sexo.
  • Hay hombres que nacen criminales sin razón, asesinos sin válvula de escape y cuanto antes los atrape la sociedad, mejor.
  • La mayoría de los criminales parecen haber salido de la sociedad porque es moneda fácil y el crimen «sí» que paga.
  • Con mi marido era una esposa y sentía, y todavía siento, que una esposa se vuelve parte del hombre, parte del cuerpo y la mente de su esposo. Es él quien decide el camino que tomará su vida. Si cada mujer siguiera ese consejo, habría matrimonios mucho más felices. Mi consejo no es un remedio, pero funcionó para mí.
  • Si me hubiera puesto enferma, débil y me hubiera medicado con autocompasión, seguramente me habría hundido.
  • Soy bastante indiferente con respecto a los que tratan de comprender la razón de las cosas, el modo en que suceden o no en este mundo.
  • Las apuestas eran siempre un problema para las putas.
  • El follar es una comezón que no se detiene en ninguna clase social. Es el juego de todos y el que no entra no llega bien a la vejez.
  • Creo que lo que la gente haga, los que no están locos, si es natural para sus necesidades, no es algo de lo que mofarse.
  • El apodo hooker para una puta viene de la guerra civil cuando todo el mundo estaba lejos de casa y buscaba un poco de eso. El general Joe Hooker pasaba mucho tiempo en las casas del Barrio Rojo, por lo que la gente empezó a llamar al barrio Hooker’s Division. Y de ahí que se empezara a llamar hookers de forma espontánea a las chicas que allí trabajaban.
  • Los veranos eran insoportables en Nueva Orleans; el aire era tan caliente y tan húmedo que era como respirar sopa.
  • Yo sabía, gracias a los contactos que tenía para la protección, que un gobierno no es sólo una bandera o su historia pasada, sino que por lo general es una colección de personas codiciosas y podridas llamadas políticos. En todo barril de manzanas podridas siempre encuentras una o dos que están buenas.
  • Los peores cabrones con las mujeres y las niñas eran los chinos.
  • No estoy diciendo que se puta sea la mejor manera de vivir, pero es mejor que volverse ciega en una fábrica donde te explotan o trabajar veinte horas como esclave en una cocina o como criada.
  • Es la Gente Buena que explota a las chicas pobres la que hace muchas putas.
  • El verdadero problema en la vida de las chicas eran los hombres a los que ellas amaban, el chulo o el holgazán.
  • Las chicas eran dejadas y sentimentales. Casi todas las putas lo son en sus vidas privadas. Se deprimen y se angustian sintiéndose solas y no deseadas si no tienen un hombre a su lado. Es esa necesidad de amor, incluso a un nivel degradante, lo que las mantiene mujeres, y no simplemente animales.
  • Minna: «En realidad no son las mujeres lo que más les gusta. Les gustan más las cartas, les gustan los dardos, las carreras de caballos. Si no fuera poco varonil admitirlo, la mayor parte del tiempo preferirían apostar antes que follar».
  • Solamente existe un afrodisiaco real, verdadero y honesto que yo haya visto que funciona con los hombres. Ése es la mente humana ayudada por los mensajes que obtienen de los ojos y del sentido del tacto.
  • Nos guste o no, los supervivientes de la guerra civil fueron los últimos americanos de su especie. Sus hijos y los hijos de «sus» hijos eran de otra raza. Europa y su color se estaban filtrando. Para bien o para mal.
  • Hay un viejo lema en los prostíbulos: «Si no te gusta, no critiques».
  • Hay un pequeño grupo de raritos que están enfermos de la cabeza y lo que necesitan es un doctor, no una puta.
  • Muchas madames me dijeron, como yo misma vi, que si se les permite a los hombre escoger sus propios placeres sin que pierdan su masculinidad, prefieren las apuestas a las mujeres». Esto podría ser verdad para cualquier grupo salvo para los hombres muy jóvenes.
  • Éste es el verdadero cambio en la vida del macho del que la gente habla: el temor de dejar ser el semental de su círculo.
  • Palabras como bien y mal nunca significaron gran cosa para mí o palabras como respetable y no respetable.
  • Mi vida ha sido mejor sin las fes organizadas.
  • Nunca, desde que era muy pequeña, he creído que alguien tenga realmente alguna respuesta verdadera.
  • Vivir es mi religión, ser yo, no hacerle daño a la gente, no juzgar demasiado, no decir que a este inepto le puedes hablar y a este imbécil no, cumplo con mi palabra, pago lo que debo, no soy adorable, no soy amable con los estúpidos.
  • No es el Señor quien da y arrebata. Es la gente y las condiciones.